La desdicha universal flota como un espectro por la tarde. Barracas que por incultos jardincillos pardos huyen.
Pabilos fantasmales oscilan en el estiércol quemado,
dos durmientes se bambolean rumbo a la casa, grises y difusos.
Sobre el marchito prado corre un niño
y juega con sus ojos negros y lisos.
El oro gotea de los arbustos borroso y apagado.
Un viejo gira tristemente al viento.
Al atardecer, de nuevo sobre mi cabeza,
Saturno guía mudo un sino desdichado.
Un árbol, los pasos de un perro en retirada,
y negro vacila el cielo de Dios y deshojado.
Un pececillo se desliza veloz en el arroyo
y leve roza apenas la mano del amigo muerto,
y alisa con ternura su frente y su vestido.
Una luz despierta las sombras en los cuartos
George Trakl, 1887-1914 (Salzburgo). Poeta de poca pero densa producción poética. Su residencia siempre fue Viena. Muere por sobredosis de cocaína el 4 de noviembre de 1914, luego de volver del frente de guerra donde se desempeñaba en la sección sanitaria por su título de Farmacéutico.